Por Alejandro A. Tagliavini*

                En EE.UU. que, aun con una cuarentena menos generalizada y menos extendida que Argentina, sufre una fuerte recesión que significó la pérdida de 22 M de puestos de trabajo desde febrero y una caída del PBI esperada de 8% en 2020, increíblemente el S&P 500 cierra el segundo trimestre con la mayor ganancia desde 1998, un 20%. Para el Dow Jones, con un 18%, ha sido el mejor periodo desde 1987. Y las tecnológicas del Nasdaq se han disparado el 31%, el máximo en casi dos décadas.

               Todo gracias un exceso de liquidez dados los estímulos sin precedentes de la Fed, de unos US$ 2 B y a que el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años se sitúa en el 0,669%, frente al 2% de hace un año y el 3% de finales de 2018.

               Según Factset, 200 de compañías del selectivo S&P 500 han retirado sus previsiones para el año, pero calculan que los beneficios de las grandes empresas consolidadas y por tanto más resistentes (las blue chip) cayeron un 44% en el segundo trimestre.

              Y aunque el rally bursátil se ha suavizado en las últimas semanas, ahora resurge el optimismo -aun cuando el levantamiento de la represión que supone la cuarentena no está siendo tan rápido- por los buenos datos de empleo de junio: se crearon 4,8 M de nóminas no agrícolas, cuando se estimaban 3 M y más que los 2,7 M de mayo. La tasa de desempleo queda en el 11,1%, inferior a la estimación del 12,3% y al 13,3% del mes anterior. Los ingresos medios por hora interanual suben un 5% (menos de lo esperado) y el dato mensual cae un 1,2%. Queda mucho por hacer, pero los datos son muy positivos para el destacado economista español Daniel Lacalle.

           Así las cosas, aunque claramente las acciones están “inflacionadas”, algunos analistas como Keith Lerner de SunTrust Private Wealth Management, creen que seguirán subiendo en este tercer trimestre si nos guiamos por la historia reflejada en el cuadro siguiente: el S&P 500, tomando desde 1950, en el trimestre posterior al que sus ganancias fueron de entre el 15% y el ​​22%, avanzó en promedio 8,4%.

              Argentina es, de alguna manera, el contra caso. En primer lugar, porque su cuarentena ha sido mucho más intensa y prolongada y, en segundo lugar, porque su moneda es infinitamente menos demandada que el dólar -a nivel global- con lo que la Fed puede darse el lujo de emitir astronómicamente sin los graves problemas que eso le trae a la Argentina.

            Cuenta uno de los mejores economistas argentinos, Roberto Cachanosky, que si vemos la evolución de los ingresos tributarios del Sector Público Nacional de los primeros 5 meses del año, se concluye que el financiamiento vía “maquinita” del BCRA representó el 68% de los recursos, y con una clara tendencia al deterioro fiscal como puede verse en el siguiente gráfico.

                  Pero, además de la emisión monetaria que medida por la base tuvo un aumento del 24% desde el 10 de diciembre, se dio un gran incremento del stock de Leliq y Pases netos que pasaron de $1,1 B el 10 de diciembre de 2019 a $2,2 B al 23 de junio.

En base a datos del BCRA

                  Haciendo un cálculo rápido y sin tomar tasa compuesta, solo la tasa nominal anual, el costo de las Leliq al 10 de diciembre era de $422.878 M anuales. Al 23 de junio, el mismo ejercicio arroja un monto de $621.589 M al año. El gobierno emite, continúa Cachanosky, perdiendo reservas. La emisión monetaria y endeudamiento del BCRA generan un fuerte aumento del gasto cuasi fiscal que se incrementa y es cuestión de tiempo para que estalle.

                  Si todavía el IPC no se dispara es porque la inflación esta reprimida por varios factores y porque el dinero lanzado a la calle no supera en mucho a la demanda. Pero se está incubando una expansión monetaria, aumento del gasto público y crecimiento del gasto cuasi fiscal explosivos.

              Y la cosa va para peor ya que, al conocerse que la actividad económica se derrumbó 26,4% en abril y empeora, el Gobierno cree que “el paquete anticrisis” de alrededor de 3% del PBI se insuficiente, y se apresta a inyectar más recursos. Para remate, las corporaciones empresarias como la UIA -que advierte que la actividad industrial cayó 30,6% en abril- le acercan «Propuestas para la Reactivación Productiva», que llama a un mayor gasto estatal: inversión pública y financiamiento subsidiado entre otras cosas e, incoherentemente, bajar impuestos que, por cierto, es muy buena idea pero no se condice con aumentar el gasto estatal.  

              Así las cosas, la economía seguirá cayendo fuerte aun cuando se levante la cuarentena y, si no se levanta, el país directamente desaparece, con lo cual las negociaciones por la deuda externa son ociosas porque, con este estatismo, el default es inevitable. Entre otras cosas, como dice Diego Giacomini, el cupón exportaciones es una mentira porque caerán en términos reales. Argentina sufre y sufrirá más des acumulación de capital; más cierre de su economía, más intervención y menos respeto a propiedad privada. O sea, que es ficticia la ganancia de VP.

              Como puede verse en el siguiente gráfico de Fernando Marull y Asociados las inversiones en Argentina van perdiendo contra moneda dura:

Dólar CCL

               No extraña pues, como señala Ismael Bermúdez, que en depósitos en el exterior, en bancos locales y, sobre todo, en billetes en los “colchones” y cajas de seguridad, los argentinos acumulan el récord de US$ 222.807 M, según datos del INDEC del primer trimestre de este año. “Fuga” que se acelera como puede verse en el gráfico siguiente. Casi un PBI entero “dedicado al famoso y clásico blue”, la inversión estrella argentina.

            Moneda y depósitos de argentinos en moneda extranjera

                 La única alternativa real al blue, son las criptomonedas que se pueden comprar sin límite y legalmente, claro que a precio parecido al blue, sobre las que ya he escrito en otras notas con la novedad de que ahora se empieza a popularizar el mercado de bitcoins Paxful, que permite comprar y vender la criptomoneda de persona a persona (p2p) y con bajas comisiones. Y hablando de modas, por cierto, se escucha la residencia fiscal en Uruguay.

                    En fin, para aquellos que “insistan” en Argentina, sigan el consejo de Julián Yosovitch de que el AY24 está caro y compren otros bonos.

*Asesor Senior en The Cedar Portfolio  y miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California

@alextagliavini

www.alejandrotagliavini.com

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