Por Alejandro A. Tagliavini*
China divulgará hoy, lunes, los datos oficiales del crecimiento de su PBI del cuarto trimestre de 2018 y del año entero, con cierta incertidumbre sobre si será capaz de cumplir con su objetivo (6,5%), que ya significaba una desaceleración económica. Este dato es de vital relevancia para los mercados y la economía global.
Las señales no son buenas: la provincia de Cantón, uno de los principales centros exportadores del país, no fue capaz de alcanzar su objetivo de crecimiento para este año (7,5%), quedándose en 6,5%. La excusa de muchos es la guerra comercial, pero lo cierto es que la desaceleración comenzó en 2014, antes de Trump, porque la nueva dirigencia china desaceleró el camino promercado.
Julian Evans-Pritchard, de la consultora británica Capital Economics, opina que la reciente presión a la baja de la economía se verá finalmente reflejada en un «ligero debilitamiento» del crecimiento del PBI durante el último trimestre: «El crecimiento continuó desacelerándose durante el último trimestre, y otros índices, como el de la producción manufacturera, también indican la ralentización. Quizá las cifras oficiales no vayan a ser tan duras, pero el crecimiento realmente ha sido menor en este periodo».
Aunque los analistas chinos parecen algo más optimistas: según un estudio del Bank of Communications, una de las principales entidades bancarias del país, el dato del último trimestre se situará en el 6,4%, lo que implicaría un acumulado anual del 6,6%. La misma cifra para 2018 estimada por el FMI y ligeramente por encima del 6,5% anual que prevé el BM; ambos organismos, sin embargo, rebajaron sus expectativas para 2019 al 6,2%. Además, China ya revisó a la baja su crecimiento de 2017, hasta el 6,8%.
De cualquier manera, el cumplimiento del objetivo del 6,5% que se marcó Pekín para 2018 sería una nueva constatación de la desaceleración de la economía china: en 2015, el crecimiento del PBI bajó del 7% por primera vez desde 1990, situándose en el 6,9%. Desde entonces, registró un 6,7% en 2016, aunque al año siguiente remontó y batió las expectativas con un 6,8%, a pesar de la revisión a la baja de ese año tras un dato preliminar superior.
Este año, a falta del acumulado anual hasta hoy, son los registros trimestrales los que marcan una tendencia descendiente: 6,8% en el primero, 6,7% en el segundo y 6,5% en el tercero. Y las predicciones son que el crecimiento del PBI siga cayendo en la primera mitad de 2019 y que se estabilice en la segunda para llegar a una cifra de entre un 6 y un 6,3%.
Ahora, como escribió Michael Schuman en Bloomberg, lo que pasa desapercibido es que China ya está en crisis. “No, no es el tipo de colapso que EE.UU. tuvo en 2008 o las sorpresas feroces que experimentaron las economías de los tigres asiáticos en 1997. No obstante, es una crisis completa con bancos destripados, compañías en bancarrota, y rescates estatales”. Dado que los chinos, continúa Schuman, distinguen su modelo de capitalismo de Estado como «socialismo con características chinas», llamemos a esto «crisis financiera con atributos chinos».
De acuerdo con el Banco de Pagos Internacionales, la deuda total en relación con el PBI chino llegó al 253% a mediados de 2018, desde solo el 140% de la década anterior. Ninguna economía emergente desde la década de 1990 ha tenido una expansión de deuda tan grande y ha escapado a algún tipo de calamidad financiera. China tendría que desafiar la historia para esquivar un desastre de deuda.
Veremos cómo responden las bolsas hoy, si a esto le sumamos que el cierre del gobierno de EE.UU. ya costaría el 1% del PBI en el primer trimestre según la Fed. Sobre todo, qué pasará con la Bolsa porteña que subió, en lo que va del año, 13% en pesos y más de 17% en dólares, superando incluso al 8,5% de mejora de la Bolsa de San Pablo con Bolsonaro y todo, al 6,5% del S&P 500, del 4,9% del Ibex 35 en Madrid, el 3,4% en Frankfurt y casi el 2% en Tokio.
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
@alextagliavini
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