Por Alejandro A. Tagliavini*

 

El petróleo acaparó el foco, la semana pasada, en los mercados financieros y amaga con seguir el protagonismo. En solo diez días el crudo registró tres desplomes próximos o superiores al 6%, cosa que el viernes se agravó cayendo casi 8% en el barril tipo West Texas, de referencia en EEUU., mientras que el Brent quedó debajo de los 60 dólares por primera vez desde 2017. Aunque esta semana comenzaba con una suba, el Brent superaba los 60 dólares y el West Texas rozaba los 51.

A esto se suma el acuerdo sellado durante el fin de semana en la cumbre europea que evita, de momento, el peor escenario: el de un Brexit sin acuerdo a nivel europeo. Pero debe afrontar ahora la reválida, quizá, más complicada, del Parlamento británico.

Y ahora el mundo mira la cumbre del G20… pero a nadie piensa en Argentina. Los focos están puestos en la reunión que mantendrán los mandatarios de EEUU y China porque podrían firmar la paz en su guerra de aranceles lo que ayudaría a enfriar los temores a una desaceleración económica, y a una menor demanda de petróleo. Pero lo cierto es que es poco probable que algo sustancial ocurra.

La presencia de los máximos mandatarios de Arabia Saudí -sospechado del descuartizamiento de Khashoggi- líder de la OPEP, y de Rusia, líder de los países que no pertenecen a la OPEP, podría aportar novedades. El 6 de diciembre la cumbre de la OPEP aprobaría una reducción del suministro para frenar el desplome del precio, reducción de la producción de crudo que se acercaría a 1,5 millones de barriles diarios.

Entre tanto, el gobierno argentino se cree protagonista de la foto del año y piensa que con eso se hará famoso. Es un defecto argentino, pensar que se vive de la “facha”, y no del trabajo diario y sencillo de la personas -el mercado- que, por el contrario, se verá severamente perjudicado por el altísimo costo de la cumbre.

Pocos creen que algo útil y concreto pueda ocurrir para el país, para empezar, es imposible que lleguen inversiones cuando la presión impositiva logra algo tan elemental como que no cierren los números de muchos negocios, salvo la bicicleta financiera (irónicamente, la recaudación en términos reales cae, complicando los números del gobierno). Por esto, dicho sea, el superávit comercial crece demostrando que el mercantilismo no tiene razón ya que esto no es ningún bien, sino que se debe a la recesión al punto que las exportaciones caen.

Pero el infundado optimismo del Gobierno no termina en esta cumbre, y supone que el PBI estaría creciendo 4% en el cuarto trimestre de 2019. El 2018 terminaría con una caída de 2,4% y el 2019 con una de solo 0,5%. Pero tanto los organismos multilaterales como las consultoras proyectan números peores.

La OCDE calcula una caída del PBI del 2,8% para 2018 y 1,9% en 2019 y una recesión larga. La consultora Eco Go estima que 2018 finalizará con una caída de 2,8% y 2019 con una de 2%. Según Ecolatina, el 2018 cerrará con una contracción de 2,4% y el 2019 de 1,4%. Solo la Consultora Ledesma proyecta una merma del PBI de 2,3% para el 2018 y otra de 0,5% para el 2019, coincidiendo casi con el oficialismo. Hasta el principal socio del gobierno, el FMI, prevé un desplome de 2,6% para el 2018 y otro de 1,6% para el 2019.

Ahora, estas consultoras y organismos fueron corrigiendo varias veces hacia la baja sus proyecciones demostrando que en el futuro seguirán haciendo lo mismo. A ver, aun cuando es una creencia popular aquello de que a veces hay que pasar momentos negativos para luego recuperarse, lo cierto es que esta idea no resiste el análisis de la ciencia de la lógica que dice claramente que lo malo solo es consecuencia del mal.

O sea, si la economía cae de este modo es porque el sistema es malo y si no hay cambio -en el fondo, solo superficial como el supuesto aporte circunstancial del campo- que justifique la rectificación de la curva negativa, las proyecciones respecto al desarrollo de la economía seguirán bajando.

Por cierto, en septiembre la actividad cayó 1,9% contra agosto y así el tercer trimestre cerró 0,4% abajo del segundo que, a su vez, terminó cayendo 4% respecto al primero. Y aun si el repunte comenzara en algún momento del año que viene, las previsiones de los analistas -en mi opinión, demasiado optimistas- es que no alcanzaría para evitar que Macri terminará su primer mandato con una contracción de hasta el 3,9% respecto al PBI que recibió en 2015, contrayéndose el per cápita 8,7%.

Lógico: el mal proviene del mal, un mal sistema termina mal, uno virtuoso provoca un crecimiento inmediato. Y cuando quede en evidencia que la cumbre fue perjudicial, costosa e inútil para el mercado, la desesperanza será fuerte.

 

*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California

 

@alextagliavini

 

www.alejandrotagliavini.com

Anuncio publicitario