Por Alejandro A. Tagliavini*
Característica argentina es eso de vivir de las apariencias, y hasta creernos lo que aparentamos, en lugar de trabajar seriamente, y lograr esos objetivos y más. Como cuando llamamos al FMI para que nos preste fortunas siderales para creernos lo que no somos, en lugar de trabajar. Por cierto, el que trabaja es el mercado porque no tiene otro modo de vivir como el Estado que, con su monopolio de la violencia, recauda impuestos, crea “empresas” estatales y demás parasitando en los privados.
Por dar un ejemplo, Rusia era el principal exportador mundial de granos hasta que la URSS estatizó todas las tierras y, entonces, pasó a ser el mayor importador global. Entre 1920 y 1930 murieron más de cinco millones de personas por inanición. Luego, la URSS autorizó mini chacras privadas que, aunque totalizaban sólo el 3% de las tierras cultivables, llegaron a producir el 27% de los alimentos.
Pero a los políticos no les conviene agrandar el mercado porque no les responde, agrandan el Estado que ellos manejan. Así, con el sector productivo cada vez más chico y el parásito más grande, el país se hunde. Y como el mercado no quiere prestar más dinero al Estado porque sus proyectos son inviables -análisis que hace cualquier prestamista- el gobierno tuvo que acudir al multi estatal FMI que financia este modelo que, como inviable, en algún momento caerá, y el mercado lo anticipará y realizará una “toma de ganancias”.
Es irracional creer que el oxígeno del FMI sirve para ganar tiempo y poder corregir los errores y converger hacia una economía eficiente ya que, si esto fuera cierto, el mercado le habría prestado los fondos. O sea, en un círculo vicioso, el FMI está financiando la segura caída y cuanto más tarde en caer más duro será el fin.
Por qué entonces el mercado parece “eufórico” -y nos lo estamos creyendo- con el acuerdo. Porque el gobierno está regalando los dólares prestados por el Fondo. Son los golondrinas o buitres, aquellos que hacen ganancias aprovechando coyunturas muy circunstanciales. Un fuerte préstamo -serían US$ 20.000 M demás, en total 70.000 M- garantiza que, por un tiempo, el gobierno podrá sostener al dólar debajo de $ 40.
Así, el billete verde bajó a $ 38,14 y todo se derivó a la compra y suscripciones de títulos y bonos en pesos, de distintas modalidades y plazos de 132 días hasta 365 días, con tasas entre 48,9% hasta 50,5%. Volvió el “carry trade” por unos meses con bancos extranjeros ingresando divisas, unos US$ 930 M para comprar las Letes en pesos. Vimos una baja de tasa de la Lebac en torno al 45%, y llegaron a cotizar a 37% en el secundario y la caución a 35%.
Por otra parte, con las Letes vimos una tasa promedio en torno al 49%, pareciera que las tasas lentamente convergen a la baja. Las acciones argentinas que venían de perder mucho en dólares -especialmente bancos y energéticas- volaron. Y el “riesgo país” del JP.Morgan caía 11 unidades a 590 pb.
Los rumores dicen que el BCRA pondrá una banda de flotación con un techo de entre $ 40 a 44 y un piso entre $ 32 y $ 36. Si el dólar supera el techo el Central vendería y viceversa. O bien podría ser tipo “crawling peg”: una banda que se actualiza con el IPC. Ahora, la tasa de emisión monetaria debería ser igual a la devaluación y esto claramente este gobierno no sabe ni tiene intenciones de hacerlo y creen que podrán sobrellevarlo porque no entienden que inflación -y consecuente devaluación- es emisión exagerada en tiempo real.
Esto afectará a la tasa de interés nominal, caerá el PIB, caerá la recaudación y el Presupuesto 2019 probará ser solo un dibujo. Con la masa monetaria creciendo al 40% las bandas de flotación no deberían ser horizontales sino una curva similar, caso contrario la cotización más temprano que tarde se va a clavar en la banda superior hasta que el central vuelva a volver a perder todas las reservas.
En la era Macri el dólar se apreció un 300%. Hoy las reservas líquidas están en un mínimo de US$ 20.000 M. Desde el acuerdo con el FMI en junio se perdieron US$ 17.000 M intentando mantener el dólar debajo de $ 40 no pudiendo evitar que se apreciara 50%. La pregunta es ¿cuánto tardarán en gastarse este nuevo préstamo y que el mercado lo anticipe y haga una fuerte corrección a la baja?
Debajo de estas apariencias, está la Argentina real donde repunta la desocupación, se corta la cadena de pagos, el Indec informará -esta semana- que la pobreza supera el 30% y en el segundo trimestre del año el PIB cae 4,2% interanual supuestamente afectado por la sequía en el campo que cayó el 31,6%, lo que no es cierto. Los especialistas calculan que la cosecha bajó solo 10% por la sequía y, según Coninagro, de 19 economías regionales sólo cuatro están en positivo. Es decir, que la actividad agropecuaria descendió debido a la pésima política que continúa agravándose -más impuestos y tasas impagables- con lo que la caída se profundizará.
Para terminar, digamos que el Presupuesto 2019 está “dibujado” dada su alta inconsistencia. No hay ni coherencia ni realismo con el resultado primario nulo proyectado con el dólar, inflación y caída del PIB estimados. Difícil que consigan este resultado, y el financiero empeorará más. El gasto en intereses en 2018 aumentaría 75% respecto del 2017. La abrupta dolarización de la deuda y la subestimación del tipo de cambio hizo que, según el gobierno, la deuda pública pasara de 57% a 87% del PIB y va para peor. Por ejemplo, si el tipo de cambio promedio para 2019 fuera $51 -según los analistas- y no $40 como presupuestado, las partidas para deuda pública insumirían 16% más.
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
@alextagliavini
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