Por Alejandro A. Tagliavini*
Uno de los problemas serios que debemos resolver los argentinos es la falta de sentido común y el desprecio por la lógica. Si se recibe un vaso vacío, con poner dos gotas se hace mucho: de seco pasa a tener agua, toda una revolución, como encontrar líquido en la luna. Ahora, si el vaso está lleno al 80%, unos 150 cm3, ponerle dos gotas no hace nada, no valió la pena el trabajo. Lógica simple y directa, sentido común.
Si Macri recibió un país destrozado -y sí que lo recibió- fue una “bendición” porque con solo poner dos gotas habría ganado mucho y un reconocimiento fenomenal. Pero no puso dos gotas: sacó una de las que había. Lógica simple y directa, sentido común. Al cuento de la “herencia recibida” le sigue el del “gradualismo”. Como la crisis no puede disimularse y la culpa no sería de haber elegido el curso errado, imaginaron que la culpa fue el haber ido “demasiado despacio” por el “camino correcto”.
Pero lo cierto es que Macri erró el camino, profundizó el error: aumentó el peso del Estado sobre un mercado ya muy debilitado. Con lo poco que le bajó la presión fiscal al campo, la producción agropecuaria aumentó considerablemente, y de haber hecho lo mismo con todos los rubros -aunque fuera solo gradualmente- entonces sí la economía habría crecido.
En el 2003, Néstor Kirchner iniciaba su mandato con un superávit fiscal del 6% del PIB. Pero decidió superar la crisis de 2002 al estilo keynesiano, aumentando el gasto provocando un “crecimiento” inflado del PIB. Al finalizar su presidencia, en 2007, el superávit había desaparecido, y Cristina continuó con la suba de las erogaciones y, como consecuencia, apareció el déficit fiscal apelando, entre otras cosas, a estatizar las pensiones. Así, la Anses “recaudó” unos US$ 40.000 M sustraídos de los aportantes a las AFJP.
Con estos recursos, más lo obtenido por vía inflacionaria -la exagerada emisión monetaria- el país siguió “creciendo” hasta el 9,1% en 2010 y 8,6% en 2011, sin llegar al 10,5% de 1991 cuando se implementa la “convertibilidad”. Hasta 2015 el gasto público creció y el déficit fiscal consolidado llegó al 8% del PIB. La economía subió 0,9% en 2012; 3,1% en 2013; 0,5% en 2014 y 2,6% en 2015.
Por la “herencia recibida”, Macri justificó una caída de -2,3% del PIB en 2016 y en 2017 un pobre “crecimiento” -inflado con alta inflación y endeudamiento récord- del 2,8%. Pero la culpa real de este pobre desempeño la tuvo el aumento del peso del Estado que se reflejó en una inflación récord en 2016 que llegó al 39.9% y el aumento de la presión impositiva que en 2017 subió 37% vs. 24% de inflación.
Y la cosa va para peor ya que el “remedio” patrocinado por el multi estatal FMI -que obviamente resguarda sus recursos, los estatales- reflejado en el Presupuesto 2019, que ingresará este viernes al Congreso, conllevaría un “ajuste” del 2,6% del PIB, del cual 1,8% corresponde al sector privado -suba de tarifas e impuestos-, 0,7% sería la reducción de obra pública, y solo 0,1% la baja neta de otros gastos corrientes del Estado. Por cierto, no se prevé la venta de las incalculables propiedades estatales de donde podrían obtenerse recursos genuinos.
La ley de leyes incluiría una suba de 0,25% a 1% en el impuesto sobre los Bienes Personales de los argentinos en el exterior. Es lo que faltaba para destruir la confianza y a la seguridad jurídica, porque la Ley de Sinceramiento Fiscal (27.260) -“incentivo” para atraer capitales ocultos-, sostenía la reducción gradual de alícuotas en el impuesto sobre los Bienes Personales hasta el nivel del 0,25 (flat).
El peso del Estado se ve también en que, dada la devaluación -debido a la alta inflación- con un dólar a $ 45 y caída de la economía de 2,4% hacia fin de año, la deuda del gobierno treparía al 92% del PIB que rondaría los US$ 313.000 M. Porcentaje que en Brasil llega al 83%, en México 53% y en Bolivia 42%.
Por cierto, el Estado también absorbe recursos por vía inflacionaria -que los privados ya estiman en 45% para 2018, a pesar de que el pass through ronda el 33% debido a la recesión- y por vía de altas tasas de interés que están en el sideral 60%, gracias al astroboy Caputo. Así, una pyme tiene que financiarse arriba del 65% mientras que la tasa -CFT- para 12 cuotas con tarjetas de crédito supera el 105%. El gobierno no se ajusta de modo que el sector privado tiene que hacerlo: bajan sueldos y jubilaciones que, según un informe del CEPA, perderán 8,50% en comparación con el promedio del poder adquisitivo de 2015 y de 2016/2017/2018.
En fin, mientras que en lo que va del año la capitalización bursátil local cayó casi 60% en dólares, y dos meses después de reclasificar a la Argentina como mercado emergente equivocadamente en mi opinión, el MSCI presentó el índice de papeles ponderados que efectivamente ingresarán en junio de 2019. Estas acciones, que subieron casi 60% en dólares en 2017, soportan una caída acumulada de alrededor de 28% en lo que va de 2018. El reporte de MSCI muestra también el revés de los papeles argentinos en el último mes: el equity de los mercados de frontera bajó 5% en promedio, pero las acciones argentinas cayeron 12,7%.
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
@alextagliavini
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