Por Alejandro A. Tagliavini*
Es llamativo el que parte de la opinión pública tenga una imagen negativa del mercado natural cuando éste no son sino las personas, esa misma opinión pública que lo rechaza. El mercado natural, subrayo, es el conjunto de los seres humanos desde el punto de vista de la cooperación voluntaria, pacífica, espontánea entre las personas con el fin de vivir y mejorar.
Sucede que la idea de mercado se ha deformado hasta contrariar su verdadero sentido. Tomemos por caso el Foro Económico de Davos, que está de moda. Se presenta como “pro mercado” cuando no lo es, confundiendo al público. En primer lugar, como dije, el mercado está compuesto por 7500 millones de personas -la población mundial- y los “líderes” en Davos serán unos 2000, ni la millonésima parte.
En segundo lugar, en esta costosísima reunión que se realiza entre el 23 y 26 de enero, se reúnen diez presidentes de empobrecidos países africanos, nueve de oriente medio y norte de África, seis de Latinoamérica además de occidentales, como Emmanuel Macron y la primera ministra británica Theresa May. En total, serán 350 líderes políticos, incluidos más de 60 jefes de Estado. El primer ministro de India dará el discurso inaugural y Trump antes de la clausura. Habrá una entrega de premios, con la asistencia de Cate Blanchett, Shah Rukh Khan y Elton John.
O sea, son muchos burócratas estatales, de esos que se dedican a “regular” al mercado -a interferirlo coactivamente- los que comparecerán allí. Y los temas que tratarán son temas -algunos casi hilarantes como “la hipnosis para evitar los dolores físicos”- de cómo el Estado debe regular al mercado natural, cómo estos gobernantes deben coartar a las personas de acuerdo con el “sector privado” allí presente. Y, por cierto, no se olvidarán de “cómo mejorar los sistemas de impuestos” porque de ellos viven.
Ahora, este “sector privado” -que no es ni la millonésima del mercado- está conformado por empresarios como Bill Gates que ha amasado una fortuna exagerada gracias, precisamente, a privilegios otorgados por los burócratas presentes, como el “copyright” que es un monopolio intelectual impuesto coactivamente al mercado. Otros, como los CEOs de Coca-Cola, Nestlé y Dell, y en particular el de Alibaba, Jack Ma, interactúan intentando que no los regulen o no los perjudiquen, política errada en mi opinión.
Y los discursos son incoherentes. Trump se enfocaría en «hallar maneras de fortalecer la cooperación internacional para defender intereses compartidos», cuando en realidad es solo un golpe mediático más del egocéntrico promotor del «America first». Por su parte, los políticos latinoamericanos están preocupados por la pobreza que ellos mismos crean, por ejemplo, con abusivos impuestos que terminan pagando los más pobres ya que los empresarios los derivan subiendo precios.
Insólitamente, el presidente argentino, cuyo país exhibe un nivel de pobreza que alcanza al 30% de la población, es uno de los que más ha gastado abriendo una “Casa Argentina” donde recibirá -inútilmente- a empresarios que no han invertido precisamente porque la carga fiscal es muy alta y el país no crece.
Irónicamente, quizás no estaba errado el conservador sitio online Breitbart cuando describía al foro como “un colectivo de élites izquierdistas y sus compinches corporativos multinacionales que debaten sobre cómo configurar las agendas globales para dividir el botín”.
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
@alextagliavini
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