Por Alejandro A. Tagliavini*

 

Argentina, históricamente ha tenido una tendencia autoritaria que es signo de ignorancia y pereza. Es “fácil” forzar una “solución” cuando no se tiene idea de cómo tratar el problema. Así, el gobierno insiste, contra toda evidencia y razonamiento, en que reactivará a la economía con obra pública, cuando esta, por el contrario, es recesiva.

 

El Estado no produce capitales, de modo que lo que “invierte” en infraestructura es compulsivamente -vía impuestos, créditos locales o internacionales, concesiones, etc.-  retirado del mercado que habría utilizado, con mayor eficiencia, los recursos que el gobierno tamiza por una enorme burocracia que se queda con buena parte e invierte, solo lo que resta, de manera ineficiente.

 

Solo por mostrar un índice, recordemos que Steve Hanke hace unos años ya denunciaba que «mediante la Dirección de Veteranos (VA), el Gobierno estadounidense opera un enorme sistema de salud… (y) el costo de construcción por cama de los hospitales de la VA es casi 290% mayor que para hospicios privados…».

 

Pero el argumento de los defensores de la obra pública -más allá de las constructoras que se benefician directamente- es claramente autoritario: sería el Estado el que debe decidir qué obras de infraestructura son necesarias, cuando la realidad es que el mercado no solo puede perfectamente tomar esa decisión, sino que lo hará con mucha mayor certeza.

 

En otro campo donde se ha notado que el gobierno no entiende que el autoritarismo es inútil, es en la quita de los feriados donde el criterio es imponer su equivocada idea de que si se trabaja más horas se produce más. Es el mercado el que debe decidir cuándo y cuánto debe trabajar cada persona.

 

El oficialismo parece ignorar que la productividad nada tiene que ver con la cantidad de horas trabajadas. Personalmente pude comprobar esto ya que al trabajar en Argentina, España y EE.UU. y comprobé que las personas tenían trabajos mucho más sacrificados en Buenos Aires que en Madrid, donde invertían más esfuerzo todavía que en Manhattan.

 

Según la OCDE, con datos de 2015, entre los 38 países analizados, México y Costa Rica son los países cuyos trabajadores emplean más horas al año: 2246 y 2230 respectivamente. En Argentina son 1899 horas anuales, mientras que en el extremo opuesto sobresalen los países más desarrollados como los trabajadores alemanes que trabajan solo 1371 horas al año, seguidos de los holandeses (1419), los noruegos (1424) y los daneses (1457 horas), en tanto que en España trabajan 1691 horas y en EE.UU. 1790 por año.

 

Además, en Argentina, 6 de cada 10 personas sufren cierto grado de estrés, en parte debido a la «híper competitividad» para mantener el trabajo, dada la alta desocupación, en un país empobrecido por un Estado asfixiante. Pero, según la Organización Internacional del Trabajo, un latinoamericano es tres veces menos productivo que un europeo. Es decir, que la baja productividad -debido a un Estado que reprime con regulaciones e impuestos el desarrollo laboral y tecnológico- no solo provocan pobreza sino exceso de trabajo y estrés.
 

Pero quizás uno de los puntos más increíbles del autoritarismo de este gobierno está en sus intenciones con los niños. Para el prestigioso educador Roger Schank, que asegura que en la educación “el objetivo no deben ser las notas, sino la felicidad”, la “educación” actual -digitada por el Estado- “es la forma que tiene el gobierno de decirte… que… (son) los buenos de la película… La transmisión de la cultura es una de las cosas que el gobierno utiliza como control…”

 

Mientras que el Ministro de educación argentino pretende forzar a los niños a concurrir a la escuela desde los tres años, el mundo va en sentido inverso. En Finlandia -que, lidera en Europa el informe PISA- el comienzo de los niños en la escuela se ha retrasado a los 7 años, y las jornadas son cortas (unas 20 horas semanales), tienen ciclos lectivos más reducidos y apenas hay deberes, el trabajo no se hace fuera de clase. Los estudiantes no hacen exámenes ni reciben calificaciones hasta los 11 años y los informes son descriptivos, no numéricos.

 

La propia ministra de Educación de Finlandia, asegura que el secreto del éxito es que los alumnos “no llevan tarea” porque “deben tener más tiempo para ser niños y disfrutar de la vida”, en tanto que un director de escuela secundaria afirma que “el término ‘tarea’ es obsoleto. Los niños tienen otras cosas que hacer después de la escuela, como estar con otros niños, con la familia, hacer deportes, tocar música, leer”.

 

 

*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California

 

@alextagliavini

 

www.alejandrotagliavini.com

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