Por Alejandro A. Tagliavini*

 

Los seres humanos somos, básicamente, conservadores aun cuando muchas veces nos llenamos la boca hablando de “revoluciones” que suelen esconder el más crudo conservadurismo. Como la “Revolución cubana” que logró hacer realidad el “túnel del tiempo”: pasear por La Habana es como ver en vivo una película de Humphrey Bogart. La explicación, dicen los sicólogos, es que, por un lado, le tenemos miedo a lo desconocido y, por el otro, finalmente todo en el cosmos se desarrolla solo por lenta evolución.

Pero los argentinos somos especialmente conservadores, probablemente la melancolía del tango sea resultado de nuestro carácter depresivo que nos lleva a encerrarnos y a temerle a lo nuevo, a los desafíos, a la libertad y a la vida. González Fraga, más allá de su desempeño -que ciertamente no fue espectacular- ya fue… pero nosotros lo traemos de vuelta.

Por cierto, Prat Gay –“el keynesiano”- twitteó: «Excelente noticia la designación de Javier González Fraga en Banco Nación!!Adelante #Cambiemos! Éxitos!!», se diría que, junto con Macri, los tres -y algunos otros- juegan en el mismo club de tenis. O será, porque es un defensor del “gradualismo fiscal”, como el ex ministro de Hacienda, cosa que lo diferencia de Dujovne, dicen en la city, cuando lo cierto es que los recortes de impuestos que propone el nuevo ministro son cosmética y, por tanto, mientras el mercado sea tan expoliado, el crecimiento puede esperar.

También se parece a Prat Gay en que considera que el BCRA debería bajar las tasas de interés para facilitar el financiamiento de las empresas. Y criticó a Dujovne, hace un tiempo, argumentando que “van a tener que… convencer y comunicar cuál es el camino para que lleguen las inversiones». Se nota que tiene 68 años y que no es un “milenial” adicto al SnapChat.

No se enteró que, sobretodo en la era de la informática, los operadores están buscando permanentemente oportunidades de inversión por todo el planeta incluso con satélites, y no necesitan que nadie los convenza. Y sí parece haber conocido a los europeos de principios del siglo XX que solían decir frases como las que repite: «Un país que requiere de cambios estructurales tiene que tener una voz de mando con convicción»

Fraga planteará un Banco Nación más activo en la cesión de créditos, para Pymes e hipotecarios lo que sólo logrará si se baja el costo del dinero. Además, el Nación tiene la principal mesa de operaciones de la City y maneja fuertes movimientos cambiarios y licitaciones de Lebac. Ahora, lo que no se dice es que, según el Banco Mundial, la banca estatal suele consumir entre el 7 y el 8% de las tasas de interés que cobraban, cuando los bancos privados no llegan al 3%. Y esta ineficiencia, típica de una empresa estatal, termina siendo financiada directa o indirectamente por la presión fiscal total que, finalmente pagan los pobres vía aumento de precios o baja de salarios.

Ahora, el BCRA -y probablemente aquí esté la verdadera clave del cambio de presidente ya que Melconían criticaba el alto endeudamiento- suele también ser una gran caja para el Ejecutivo que se las verá oscuras este año. Como indicador, recordemos que el BCRA, el 15 de febrero, deberá afrontar $ 200.000 millones por el vencimiento de Lebacs. A mediados de enero tuvo que abonar “solo” $ 145.000 millones y, a pesar de haber colocado un récord absoluto de casi $ 110.000 millones en Letras, no le alcanzó y tuvo que expandir casi $ 40.000 millones.

Y hablando de necesidades financieras, quizás sea aquí donde más se nota el autismo del gobierno -característica de todos los políticos- desde que sus éxitos personales son vistos como del país en su conjunto cuando, por el contrario, perjudican al mercado argentino. A ver, en un mundo donde los rendimientos están siendo tan bajos al punto que el Banco Central europeo acaba de mantener sus tasas en alrededor de cero, es muy esperable que los inversores se vuelquen casi desesperados a títulos como los argentinos que ofrecen tasas elevadísimas y cuyo emisor arregló con los “hold outs”, es decir, mostro gran vocación pagadora.

Pero, esta deuda, quita recursos al sector privado que, por ello, decrece: o sea, el gobierno -y los intermediarios financieros, obvio- gana y el país pierde. Así las cosas, es lógico que banqueros de Wall Street destacaran que «Argentina puede emitir todo lo que quiera» porque hay mucho apetito por sus activos. Aunque aconsejaron a Caputo no tomar más de US$ 7.000 millones de momento, con lo que el monto restante -según el Plan Financiero de este año- en los mercados externos será de tan sólo US$ 3.000 millones.

 

*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California

@alextagliavini

www.alejandrotagliavini.com

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