Por Alejandro A. Tagliavini*
Verdaderamente lamento empezar esta columna con tanta dureza, pero es mi obligación. El Gobierno viene vendiendo la idea de que no miente, pero lo menos que puede decirse es que no resiste ninguna lógica el argumento de que “para crecer, primero hay que achicarse”. Nada en el cosmos decrece para luego crecer, si su hijo se achica llévelo al médico urgentemente porque tiene un problema serio.
De modo que los pésimos índices de la economía se deben exclusivamente al mal camino emprendido y, al pretender engañar a la opinión pública diciéndole que, por donde vamos, el futuro será mejor, no se rectifica el rumbo y, en consecuencia, el país cae cada vez más, por el tobogán.
El Estimador Mensual Industrial (EMI) cayó 8% interanual y 4,9% en lo que va del año según el Indec. Con el agravante de que, por primera vez en 2016, todos los sectores del complejo industrial mostraron caídas. Coincide FIEL que informó que su índice de producción industrial (IPI) mostró en octubre una caída interanual de 7,1%. Según la firma Kantar World Panel, en 2016 el consumo se redujo 4% y no se ven cerca señales de mejora: “sólo el (sector) medio alto mantuvo su consumo (+1%)” mientras que el bajo restringió sus compras. «El 20% de los que más tienen mantuvieron su consumo… es algo habitual”.
Además del Gobierno, algunos organismos para estatales se han hecho eco de este supuesto futuro promisorio, por ejemplo, la OCDE asegura que Argentina crecerá 2,9 % en 2017 y del 3,4 % en 2018. Y lo justifica solamente porque “se han registrado mejoras significativas en la confianza empresarial”. Más allá de que este no es un diagnóstico serio, lo cierto es que se refiere a la encuesta realizada durante el coloquio de IDEA, que fue muy subjetiva y no se condice con la realidad.
El diagnóstico de la Argentina es simple, no se desregula, es decir, no se libera a la actividad privada a la que se carga cada vez más con presión impositiva -que ya tiene niveles delirantes de hasta 80%- cuando es la que realmente produce. Y esta presión se usa para pagar cosas como subsidios, a distintos sectores y empresas públicas, que crecieron fuerte en octubre: 46% en comparación con igual mes del año pasado, según la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública.
El sector estatal no produce sino con los dineros que quita al mercado, por tanto, la recesión irá en aumento, a no dudarlo, ya que son recursos que el Estado ineficiente retira del mercado eficiente. Lo que tira por el piso el principal argumento del Gobierno que dice que la economía crecería fundamentalmente porque “La obra pública va a explotar el año que viene”.
Claramente la pobreza es creada por el Gobierno de dos maneras, por la carga impositiva que recae con más fuerza sobre los más humildes, ya que los de arriba la derivan aumentando precios o bajando salarios (vimos que el consumo aumenta en los sectores altos y baja en el resto), y con las leyes laborales que provocan desocupación (o trabajo en negro que supera ya el 40%): por caso, la del salario mínimo impide que los que ganarían menos puedan trabajar.
Gracias a esta combinación de altos impuestos y leyes asfixiantes, cuenta Miguel Ángel Boggiano que una conocida empresa multinacional gasta, en cada empleado, en Argentina US$ 17 por hora, 50% más que en Brasil (donde paga US$ 11,5), 142% más que en México (US$ 7) y 430% más que en Colombia (US$ 3,2). Diferencia de cambio de lado, la inviabilidad de la economía argentina es evidente y por ello las inversiones no vienen, ni vendrán.
El ausentismo en Argentina es del 13%, cuando la media mundial es del 3%, debido a que se aprovechan porque saben que al empresario le resulta muy caro despedirlos. Y ya que estamos hablando de horas laborales, resaltemos que no es la cantidad trabajada lo que hace rico a un país -y, por tanto, la discusión en torno a los feriados es irrelevante- sino la productividad.
Según la OCDE, con datos de 2015, mientras que en México y Costa Rica los trabajadores emplean 2246 y 2230 horas al año, respectivamente y Argentina 1899, los países más desarrollados como Alemania ocupan a sus trabajadores solo 1371 horas/año, 1419 en Holanda, 1424 en Noruega y 1457 en Dinamarca.
Para remate todos los días se dan pésimas señales -aumentando las regulaciones, la coacción estatal sobre el mercado- como la ley de alquileres y el proyecto opositor sobre Ganancias que prevé que los plazos fijos mayores a $ 1,5 millón deberán pagar impuestos, lo que ya produjo, por precaución, una dolarización de las carteras llevando al dólar a rozar los $16.
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
@alextagliavini
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